La vida: Es el valor fundamental de todos los presupuestos éticos que constituyen la aspiración de vivir juntos. La vida es el vértice de la paz, por consiguiente, la paz desde la óptica de Gandhi no se agota en el cese al fuego, como tampoco la violencia se circunscribe a los muertos únicamente. La valoración, defensa, respeto, garantía y promoción de la vida es una de las más radicales transformaciones del Ethos sociocultural de los colombianos en un contexto en el que la muerte violenta, treinta y cinco mil personas al año aproximadamente, dejó hace rato de ser un hecho estadístico para constituirse en una de las más dramáticas expresiones culturales.
La verdad: Este valor es central en la experiencia y la vida colectiva. En las violencias, la verdad es la primera víctima. "Ayúdame a decir la verdad delante de los fuertes y a no decir mentiras para ganar el aplauso de los débiles", pregonaba Mahatma Gandhi. La verdad es fundamental para la convivencia, su ausencia exacerba a la violencia. Así como la verdad hace libres, la libertad hace a los seres verdaderos. Verdades parciales, sesgadas, sectáreas, se constituyen en un obstáculo para la paz y en un aliciente para la impunidad.
La libertad: Este valor es sustantivo para la dignidad humana, es su afirmación. En este sentido la paz demanda que las personas actúen según su conciencia y libre albedrío, sin presiones o ingerencias que ponen en duda la libertad de las personas. La libertad es derecho para sí y deber para con los otros. El respeto hacia ella es una condición y actitud para consolidar y proyectar comunidades de noviolencia.
Esta es la aspiración del desarrollo democrático pues radica en el reconocimiento de igual de dignidad de todos los hombres y mujeres. "Todos los niños son iguales", "Todos los hombres son iguales", postulaba Gandhi como principio de vida colectiva. La protección y difusión de los derechos humanos sin miramientos raciales, económicos o políticos. La equidad en los beneficios del desarrollo se constituye en el mejor soporte de la democracia, pues vista así supera la mirada legal y pasa a un plano de consideración social y política.
El diálogo: Este valor permite que se opte por una perspectiva ética horizontal, en donde la lógica amigo-enemigo central a la dinámica de la violencia y a las salidas en donde impera la razón de la fuerza se transforma en la lógica de la fuerza de la razón en donde el argumento, la palabra y el discurso se constituyen en opción de persuasión. El diálogo abierto, transparente, sincero y razonable construye legitimidad en tanto que se convierte en una opción para tomar decisiones de manera concertada.
La participación: Implica este valor activar los compromisos libertarios de sentirse hacedor de comunidad. La participación como valor, permite salir de la condición individual o anónima y permite establecer una visibilización de los ciudadanos. La paz no puede quedarse en el ejercicio retórico y debe pasar al marco de las acciones colectivas que comprometan y proyecten el sentido de comunidad. La calidad y las garantías para la participación son directamente proporcionales a la voluntad y sentido que de la paz se tenga. La negación o exclusión en la toma de decisiones de interés público, ponen en entredicho la legitimidad y perdurabilidad de un pacto de noviolencia.
La tolerancia: Esta no implica igualamos por lo bajo. A Los hombres y mujeres nos define la diferencia mucho más que las ligeras igualdades. Justamente lo que nos iguala es la diferencia y aquí radica la gran riqueza de la humanidad. La tolerancia es el reconocimiento y respeto de la diferencia y la diversidad, es la posibilidad de una convivencia pacífica entre quienes han aprendido a ver la dignidad de la persona por encima de la raza, el idioma, la ideología y la religión.
El perdón: Este valor alude a la capacidad de reconciliación más no a la de promover la impunidad. El perdón no excluye la verdad, la exige. "Enséñame que perdonar es un signo de grandeza y que la venganza es una señal de bajeza", pregonaba Gandhi. El perdón tampoco elimina ni hace abstracción de la justicia. La cultura de la noviolencia se sustenta en la reconciliación y la solidaridad como formas de romper la dialéctica de la guerra y de la venganza. El perdón exige transparencia, dignidad de pedirlo y carácter de aceptarlo. "Si yo ofendiera a la gente dame valor para disculparme y si la gente me ofende, dame valor para perdonar".
Sitio web principal: www.edugandhi.org
VALORES
domingo, 30 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario